martes, 23 de marzo de 2010

NI OLVIDO, NI PERDÓN, JUSTICIA


Como siempre que anochece en la ciudad, el cuerpo y el deseo se conjugan entre penumbras y cuando lo único que alumbra son las luces de los autos, la ciudad se viste de supermujeres, montadas en tacones altos y con ropas que incitan hasta el más despistado a mirar; muchachos y muchachas que van y vuelven por las calles en las que "ya se sabe" que algo encontrarás; desafiando el orden que durante el día tiene esta "la Salta linda, la Salta del héroe gaucho, la Salta del milagro".
El ruido de los tacos corriendo porque los azules asechan cerca, las bocinas de los autos, el juego de miradas que sólo aquellos personajes nocturnos comprenden. Todo es perfecto, todo es permitido, no hay nada prohibido, las pasiones se desatan y allí es donde el odio ataca. La diversidad cobra protagonismo a altas horas de la noche, cuando no molestan a nadie, cuando no hay niños despiertos, pues claro, ellos no deben ver el gran circo noctámbulo. Mientras tanto se legitima el discurso peligroso que sentencia la diversidad sexual a los ámbitos privados, porque claro, otra trampa de la homofobia liberal es esta: "Pueden hacer lo que quieran pero mientras nadie los vea" . Pero quedémonos tranquilos tenemos un gobierno democrático, ya no están los dinosaurios. Es todo un engaño, es todo mentira.
Escondemos quienes somos y qué queremos para nuestras vidas, por eso nos aguantamos el frio y el peligro de la noche: para ser un poquito más felices, en un mundo en donde todos los días, desde que abrimos hasta que cerramos los ojos, siempre escuchamos algún que otro comentario (en el mejor de los casos) o insulto homofóbico. Pero hablamos de diversidad sexual, los militantes de café siguen publicando sus libros e investigaciones que dan cuenta de que cada vez el panorama es más positivo, y escuchamos que cada vez la gente tiene la mente más abierta, que cada vez se tolera más; en tanto que en el mundo real las personas gays, lesbianas, bisexuales y trans siguen sufriendo, siguen sin derechos, desprotegid@s, mientras la homosexualidad y la transexualidad siguen siendo contravenciones en siete provincias argentinas. Ahora me pregunto ¿el hecho de esconderse a qué se debe? ¿una persona por qué se esconde? ¿acaso no es por miedo? Y este temor esta fundado en nuestra historia, la verdadera historia.
No podemos retroceder, no podemos volver atrás, ni un paso, porque la vida nos empuja. Y tenemos que luchar por las numerosas muertes (entre crímenes de odio y suicidios) que ocurren a causa y consecuencia de la homofobia cotidiana, a mi parecer, la más peligrosa, porque está naturalizada, y de ella nadie desconfía. La que los propios gays, lesbianas y trans reproducimos al escondernos, al ocupar espacios clandestinos, los más oscuros de la ciudad (al igual que en épocas no democráticas), y cómo no esconderse ante un aparato represivo tan grande me dirán, pues, personalmente creo que el único cambio posible es el que sale del grito del pueblo unido que lucha por una Argentina más justa y por lo tanto más feliz, es por eso que todos, homo, trans y heterosexuales debemos salir del closet, dejar de escondernos y gritarle a las bestias de este y de aquel infierno: ¡nunca más!
Mi dignidad es la de todos, es la de muchos niños y niñas, chicos y chicas, jóvenes y hasta personas mayores que esperan tanto de nosotros. Ni se nos ocurra bajar los brazos, mucho menos hoy que lloramos la desaparición de 30.000 seres humanos. Y entre ellos 400 gays, lesbianas, bisexuales, travestis y transexuales que la última dictadura militar se llevó, por el simple hecho de sentir diferente; muertos de los que nunca nadie me habló, porque a mi sólo me enseñaron en la escuela que los desaparecidos eran los "zurditos", aquellos que "algo habían hecho", pero nunca nadie me dijo que también asesinaban a las personas por amar.

Rodrigo Teves
Prensa y Difusión de ALuDiS
tevesrodrigo@hotmail.com

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