martes, 25 de mayo de 2010
El Bicentenario de la Diversidad
Hoy 25 de mayo se celebran 200 años de la gesta independentista.
¿Qué significa esto para nosotros como gays, lesbianas, bisexuales y trans argentin@s? Mucho. Durante todo este tiempo nuestras sociedades latinoamericanas han dado grandes pasas en lo que refiere a derechos e igualdad, aún así, hoy podemos mirar con ojos esperanzados un mañana mucho mejor, pese a toda la lucha emprendida, cada vez con más fuerza de la comunidad LGBTTTI argenta, todavía tenemos bastante trabajo por hacer. Muchas cabezas por romper, de "arriba" y también de "abajo", pero sobre todo de nuestros representantes, necesitamos que de una vez por todas entiendan que no quremos revolucionar el mundo, generar un gran cambio profundo en esta sociedad, simplemente pedimos igualdad y reconocimientos para centenas de familias homoparentales y miles de parejas diversas.
El Bicentenario nos encuentra con la cabeza en alto, fuera del closet, pero aún así con temor a que nos vuelvan a encerrar, el próximo 28 de junio, y quedemos postergados por cien años más.
Hoy festejemos este 25 de mayo de 2010 como el Bicentenario de la Diversidad y esperemos que a fin de año todos y todas gozemos de los mismos derechos.
¡VIVA LA PATRIA! ¡VIVA LA IGUALDAD! ¡VIVA LA DIVERSIDAD!
Prensa y Difusión de ALuDiS
domingo, 16 de mayo de 2010
La homosexualidad no es
Allá por 1215 el IV Concilio de Letrán proclamaba el matrimonio como indisoluble, monógamo y sagrado, como “Lo que Dios ha unido”. Y lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Si tuviéramos que dar cuenta de cómo nos encuentra este 17 de mayo de 2010, en criollo, diríamos que el horno se encuentra más caliente que nunca en cuestiones de diversidad sexual y políticas públicas in(ex)clusivas. El tema ocupa el prime-time en los monopolios mediáticos, las portadas tanto de la AG Magazine como del Cristo Hoy, se habla del matrimonio gay, matrimonio universal u homomonio en la radio, en la calle, en el trabajo, en el Congreso, en los asados del domingo y hasta en lo de la “Chiqui” Legrand. Respecto al tratamiento, podría ser mejor, pero de que el tema se instaló, nadie puede negarlo.
Ahora ¿cuáles son las reglas y las estrategias del juego? Con los ojos puestos al 2011 este debate aparece como la bandera de la igualdad que muchos se pelean por portar y otros por quemar.
Repasemos un poco cómo se fueron desencadenando los hechos al día de hoy. Luego de muchos años de lucha, de idas y vueltas, de plantasos y faltazos el pasado martes 27 de abril la Cámara de diputados de la República Argentina otorgó media sanción al proyecto de ley que autoriza la modificación del Código Civil y permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Hasta ese entonces las voces en contra ya tenían preparado todo un arsenal de argumentos en contra, uno más estúpido que el otro pero en fin, aquí los doy a conocer:
Primero fue la violación al orden natural que rompe con la idea de procreación, único y último fin del matrimonio para los opositores al proyecto, quienes parecen desconocer que los gays, las lesbianas, las travestis, y los bisexuales también podemos procrear. Como sea, este argumento se cayó pues de lo contrario se hacía explícita su esterilfobia, claro, porque entonces además del colectivo LGBTTTI también se ganaban en contra a las personas estériles ya que siguiendo esta (i)lógica idea tampoco podrían casarse. La idea de la homosexualidad como una sexualidad no reproductiva es vacía, considerando los avances de la ciencia en los últimos tiempos, además de factores de orden “natural” como ellos dicen, porque un gay tiene pito y una lesbiana vagina, por lo cual tranquilamente podrían procrear. Y en el caso de que no lo hicieran, no creo que la especie humana se acabe, salvo que todo el mundo se vuelva homosexual, y no como ellos quieren, heterosexual, además teniendo en cuenta la sobre explotación demográfica, etc, etc, etc.
Una vez que ya no podían aferrarse a esta idea, se ensañaron con la palabra “matrimonio”, teniendo en cuenta su etimología y su significado según el Diccionario de la (i)R(r)eal Academia Española, claro cómo no van a sostener lo que señala un “mata burros” para el cual que no existe la palabra homofobia, en fin, esta idiotez tampoco duró. Bastó para esto que un grupo de lingüistas y semiólogos escribieran sobre la “resemantización” o “resignificación” de las palabras hace ya muchos años y dieran numerosos ejemplos de cómo las palabras cambian con el transcurrir del tiempo. En conclusión, la vida secreta de las palabras es muy corta, como así también se hace manifiesto que en el grupo de lobbystas conservadores ninguno haya agarrado alguna vez un libro de sus bibliotecas de universidades católicas que hable sobre semiótica, semiología, o historia. Me pregunto… ¿Habrán leído alguna vez un escrito que se llama Declaración Universal de los Derechos Humanos?
Después de haber fracasado dos veces, ahora van por la adopción. Sentencian: - La salud mental de un niño con padres homosexuales corre peligro. Basta con ver cómo quedaron personas como Cinthia Hotton (la rubia a la que le robaron la cartera en la sesión del 27) o Bergoglio (el cardenal que encubrió casos de pedofilia). No, señores y señoras, ellos son hijos de padres heterosexuales y nadie duda de su salud mental, es obvia.
Por eso acompañado del discurso simpsoniano de “¡Nadie piensa en los niños!” ahora piden un plebiscito. Una jugada más sucia que la otra, porque tenemos que hacernos cargo de que si hoy buscan consenso social probablemente perderíamos como en la guerra. Rechazamos esta estrategia hasta que por lo menos 5 años de enseñanza de la materia Salud Sexual Integra en las escuelas nos deje ciudadanos menos derechos y más humanos. Y hasta tanto no consigamos desintoxicar a las personas del discurso machista, sexista y homófobo que domina las mentes argentinas.
Por todo lo antes planteado, no podemos negociar, no vamos a resignarnos con la Unión Civil o las otras pelotudeces que nos proponen para que nos callemos. No, ahora vamos por todo y todos vamos por ello. Este 17 de mayo no va a ser de ninguna manera un día más para nosotros, es el día en que todas las lágrimas derramadas por miles de parejas diversas, cobren importancia. No pedimos nada más que lo que merecemos por el sólo hecho de ser personas. Qué más falta, qué más esperan nuestros políticos si los argumentos que van en contra de la igualdad se caen a pedazos. No se dan cuenta que en realidad como dice un gran escritor, la homosexualidad no es nada.
Rodrigo Teves
Prensa y Difusión de ALuDiS
lunes, 10 de mayo de 2010
¿Por qué votar por el sí?
Por María Rachid
A esta altura del debate, podría escribir artículos enteros sobre leyes, constituciones y tratados que defienden la igualdad de trato y oportunidades para todas las personas. Podría enumerar artículos, compartir doctrina y jurisprudencia de Argentina y el mundo.
Podría también, por otro lado, explicar lo importante que es para alguien la posibilidad de poder compartir la obra social de su pareja, o lo importante que puede ser una pensión para un viudo que compartió su vida –en la salud y en la enfermedad– con quien quizá tenía el único ingreso en el hogar. Podría contarles lo profundamente doloroso que puede ser separarte de la persona que amas sólo porque es extranjera y tu país no autoriza su residencia en el país. Podría contarles las decenas de historias que conozco de familias de gays y lesbianas cuyos hijos o hijas necesitan de derechos que no tienen o la de aquellos niños que pierden a quienes conocieron como padres durante todas sus vidas sólo porque el Estado no reconoce el vínculo que el amor construyó. Podría mostrar decenas de estadísticas y censos que muestran que la sociedad argentina acompaña este reclamo de libertad e igualdad. Podría recordarles que la protección de la familia también incluye a nuestras familias. No las que serían supuestamente autorizadas a existir a partir de esta ley, sino las que ya existen, desde siempre, en la realidad argentina.
Podríamos conocer las historias de las cinco parejas del mismo sexo que contrajeron matrimonio en nuestro país, y de las cientos de miles que lo hicieron en el mundo, sin que esta realidad haya destruido a otras familias ni terminado con la continuidad de la especie, ni que se hayan vuelto realidad ninguno de los vaticinios catastróficos que anuncian quienes están en contra. Podría también acudir al argumento del ¿por qué no? Preguntarles, en definitiva, a quién hace daño que dos personas simplemente se amen tanto que quieran cuidarse, protegerse y quererse mutuamente para el resto de sus vidas, aunque quizá luego dure un instante.
Y aun así sentiría que estos argumentos son insignificantes comparados con las profundas razones por las que esta ley es tan importante para cientos de miles de personas y para nuestra sociedad toda.
Y es que ojalá pudiera yo mostrarles el sufrimiento, el dolor, el amor, la pasión, la impotencia, la soledad, la humillación, la indignidad que atraviesan este debate, en la vida las miles de personas que están esperando esta ley. Y es que sólo los grandes artistas pueden reflejar fielmente en palabras, sonidos o imágenes los sentimientos de la humanidad. Y está claro que el arte no es mi fuerte.
Sólo puedo decirles que no hay razones sinceras para tanto dolor, para tanta soledad y humillación y para tanta violencia en la vida de cientos de argentinos y argentinas. Y esto es, en definitiva, lo que produce la desigualdad: violencia y discriminación.
Violencia y discriminación que van desde un insulto en la calle, hasta el asesinato y la muerte, como la de Natalia Gaitán, asesinada en Córdoba por el padre de su novia sólo porque no quería que su hija amara a otra mujer.
No hay razones para persistir en la idea de que mi familia –y la de miles de personas– no tenga los mismos derechos que otras familias sólo porque amamos y elegimos compartir nuestra vida con otra persona de nuestro mismo sexo. No hay razones, entonces, para perpetuar la desigualdad y la injusticia. Si escuchamos atentamente a quienes se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo, podríamos darnos cuenta de que no son los derechos lo que rechazan, ni siquiera –seamos honestos– es un nombre. La simple existencia del amor entre dos personas del mismo sexo, y de ellas para con sus hijos e hijas es lo que no conciben. Y contra eso, no van a poder nunca. Votar a favor de esta ley es votar a favor de los derechos de las personas, es votar a favor de la libertad, la democracia y la igualdad. Y también es –aunque suene cursi decirlo– votar a favor de la felicidad y el amor.
Fuente: AG Magazine
A esta altura del debate, podría escribir artículos enteros sobre leyes, constituciones y tratados que defienden la igualdad de trato y oportunidades para todas las personas. Podría enumerar artículos, compartir doctrina y jurisprudencia de Argentina y el mundo.
Podría también, por otro lado, explicar lo importante que es para alguien la posibilidad de poder compartir la obra social de su pareja, o lo importante que puede ser una pensión para un viudo que compartió su vida –en la salud y en la enfermedad– con quien quizá tenía el único ingreso en el hogar. Podría contarles lo profundamente doloroso que puede ser separarte de la persona que amas sólo porque es extranjera y tu país no autoriza su residencia en el país. Podría contarles las decenas de historias que conozco de familias de gays y lesbianas cuyos hijos o hijas necesitan de derechos que no tienen o la de aquellos niños que pierden a quienes conocieron como padres durante todas sus vidas sólo porque el Estado no reconoce el vínculo que el amor construyó. Podría mostrar decenas de estadísticas y censos que muestran que la sociedad argentina acompaña este reclamo de libertad e igualdad. Podría recordarles que la protección de la familia también incluye a nuestras familias. No las que serían supuestamente autorizadas a existir a partir de esta ley, sino las que ya existen, desde siempre, en la realidad argentina.
Podríamos conocer las historias de las cinco parejas del mismo sexo que contrajeron matrimonio en nuestro país, y de las cientos de miles que lo hicieron en el mundo, sin que esta realidad haya destruido a otras familias ni terminado con la continuidad de la especie, ni que se hayan vuelto realidad ninguno de los vaticinios catastróficos que anuncian quienes están en contra. Podría también acudir al argumento del ¿por qué no? Preguntarles, en definitiva, a quién hace daño que dos personas simplemente se amen tanto que quieran cuidarse, protegerse y quererse mutuamente para el resto de sus vidas, aunque quizá luego dure un instante.
Y aun así sentiría que estos argumentos son insignificantes comparados con las profundas razones por las que esta ley es tan importante para cientos de miles de personas y para nuestra sociedad toda.
Y es que ojalá pudiera yo mostrarles el sufrimiento, el dolor, el amor, la pasión, la impotencia, la soledad, la humillación, la indignidad que atraviesan este debate, en la vida las miles de personas que están esperando esta ley. Y es que sólo los grandes artistas pueden reflejar fielmente en palabras, sonidos o imágenes los sentimientos de la humanidad. Y está claro que el arte no es mi fuerte.
Sólo puedo decirles que no hay razones sinceras para tanto dolor, para tanta soledad y humillación y para tanta violencia en la vida de cientos de argentinos y argentinas. Y esto es, en definitiva, lo que produce la desigualdad: violencia y discriminación.
Violencia y discriminación que van desde un insulto en la calle, hasta el asesinato y la muerte, como la de Natalia Gaitán, asesinada en Córdoba por el padre de su novia sólo porque no quería que su hija amara a otra mujer.
No hay razones para persistir en la idea de que mi familia –y la de miles de personas– no tenga los mismos derechos que otras familias sólo porque amamos y elegimos compartir nuestra vida con otra persona de nuestro mismo sexo. No hay razones, entonces, para perpetuar la desigualdad y la injusticia. Si escuchamos atentamente a quienes se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo, podríamos darnos cuenta de que no son los derechos lo que rechazan, ni siquiera –seamos honestos– es un nombre. La simple existencia del amor entre dos personas del mismo sexo, y de ellas para con sus hijos e hijas es lo que no conciben. Y contra eso, no van a poder nunca. Votar a favor de esta ley es votar a favor de los derechos de las personas, es votar a favor de la libertad, la democracia y la igualdad. Y también es –aunque suene cursi decirlo– votar a favor de la felicidad y el amor.
Fuente: AG Magazine
miércoles, 5 de mayo de 2010
Avanza la ley de la igualdad
Este martes 4 de mayo tras más de 12 horas de debate consiguió media sanción el proyecto de ley que modifica el Código Civil Argentino, en cuanto al matromonio entre personas del mismo sexo.
Fueron 125 a favor, 109 en contra y 6 abstenciones. Luego de terminada la sesión, los diputados friendly se pararon a aplaudir de pie a los representantes de la Federación Argentina de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Trans (FAGLBT), y a los miembros de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), este fue un momento realmente emocionante entre otros como cuando un diputado socialista manifestó que su hijo es gay, y merece tener los mismos derechos que sus otros hijos.
Este es un gran paso, digamos un 50%, ahora sólo falta que se trate en senadores, donde el panorama no es tan positivo ya que contamos con los especimenes más conservadores ocupando la mayoría de las bancas del Senado.
Hemos logrado esto que no es para nada poco, ahora habrá que armarse de fuerza y paciencia para esperar a que se debata en la otra cámara.
Prensa y Difusión de ALuDiS
Fueron 125 a favor, 109 en contra y 6 abstenciones. Luego de terminada la sesión, los diputados friendly se pararon a aplaudir de pie a los representantes de la Federación Argentina de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Trans (FAGLBT), y a los miembros de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), este fue un momento realmente emocionante entre otros como cuando un diputado socialista manifestó que su hijo es gay, y merece tener los mismos derechos que sus otros hijos.
Este es un gran paso, digamos un 50%, ahora sólo falta que se trate en senadores, donde el panorama no es tan positivo ya que contamos con los especimenes más conservadores ocupando la mayoría de las bancas del Senado.
Hemos logrado esto que no es para nada poco, ahora habrá que armarse de fuerza y paciencia para esperar a que se debata en la otra cámara.
Prensa y Difusión de ALuDiS
domingo, 2 de mayo de 2010
"¡Que pare la discriminación!"
El día de ayer en San Juan de Puerto Rico se celebraron los Premios Billboard Latinos 2010, la apertura estuvo a cargo de Ricky Martin quien fue ovacionado y aplaudido de pie por todos los allí presentes.
“Que pare la discriminación, que pare el odio, que pare el racismo señores… ¡Basta ya!”, dijo el popular cantante, y más tarde expresó: “Que viva el amor y que viva la paz”.
A pesar de los comentarios maliciosos que sentenciaban a que luego de haber confesado públicamente su homosexualidad, su carrera había terminado, Ricky demostró que está más vigente que nunca, y ahora sí es noticia, pero no por escándalos, ni por las excentricidades que demuestran otros artistas, el puertorriqueño se ha convertido en un verdadero referente de lucha de la comunidad gay en el mundo entero. Hoy Ricky Martin es una de las pocas voces que defienden los Derechos Humanos en un mundillo tan frívolo como el del showbissnes.
Prensa y Difusión de ALuDiS
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